Hace
varias lunas llenas que quería escribir algunas cosas que tenía en el
pensamiento y el corazón, pero creo que tenía que atravesar este tiempo para
que las letras fluyeran y se cerraran algunos procesos. Desde hace tiempo vengo
pensando sobre cómo podemos construir mejores relaciones que florezcan, cuyos
frutos sean palpables en forma de cambios en nuestros pequeños rincones del
mundo. Hay cosas que he aprendido en estas semanas intensas que me dan más claridad
(y esperanza) sobre partes del camino a andar. Algunos de estos pensamientos
vienen después de ir al Encuentro de Mujeres queLuchan, cerrar el primer módulo del Diplomado en Teoría e ideas Feministas en la Historia de Mujeres Ixchel, aprender
lecciones en el trabajo como consultora y en los acompañamientos que hago como doula, así como
aprendizajes de mis relaciones, incluyendo la relación conmiga misma. Les
comparto sólo algunas cosas (así leen las otras piezas donde siga hablando de
esto).
En marzo
fui al Encuentro de Mujeres que Luchan en Chiapas y aún se me eriza la piel al
recordar cuando entré al caracol y vi a tantas mujeres, tan diversas y hermosas,
representando muchos lugares y territorios. Fue sobrecogedor ver a más o menos
siete mil mujeres reunidas, en respuesta al llamado de las zapatistas. Había
pláticas, talleres, artes, deportes, comida… muchas oportunidades para
encontrarnos con otras y aprender, escuchando, compartiendo. Las zapatistas
demostraron que llevan a la práctica la frase de un mundo donde quepan muchos
mundos, y desde un posicionamiento claramente anti capitalista y anti
patriarcal. Es parte de lo que quiero seguir viviendo, ser una sujeta
confluente (como dice MaríaLuisa Femenías) y que mi práctica sea del mismo tamaño que mi discurso.
Para mí, aprender sólo por aprender es glotonería, así que estoy reflexionando
sobre qué significa “un mundo donde quepan muchos mundos” (desde un
posicionamiento anti capitalista y anti patriarcal) para mi vida cotidiana y qué
acciones tomar en esta línea. Aquí entran mis múltiples identidades como
individua, pero también mis identidades colectivas.
Una
de mis amigas con las que fui al encuentro me dijo, “Majo, ¡las zapatistas
viven la utopía! Se saben defender, se sienten seguras y se sostienen entre sí”.
Son las utopías que se viven a diario, dirían las teólogas feministas latinoamericanas. Y yo le
contesté a mi amiga que la utopía es posible, pero renunciando a privilegios de
mujeres clase medieras, identificando qué soltar para que todxs seamos más
iguales o tengamos más, sin seguir aspirando a tener más y a “ser” más sólo como
individuas. Allí es donde entra la relación con la otra
y el otro, escogiendo con quién quiero construir y vivir esa utopía a diario, y
también reflexionando sobre qué estoy haciendo en la cotidianidad para trabajar
para que todxs tengan una membresía justa
en este mundo (como lo plantea Seyla Benhabib).
Al regresar a San Cristóbal de las
Casas después del encuentro, mientras esperaba a una de mis mejores amigas para
ir a cenar, me puse a platicar con una anciana en el parque. Aunque no nos
conocíamos hablamos de cosas profundas sobre la vida, y la importancia del
disfrute. Pienso que todos los días tengo que balancear eso, disfrutar la vida,
sin dejar de hacer cosas para crecer, para acompañar a otras personas en sus
propios crecimientos y para construir espacios un poco más justos.
Yo
estoy practicando esto cada vez que puedo:
· Sanar: en mis adentros y mi cuerpo
· Romper: los silencios
· Abrir: espacios seguros
· Acompañar: los procesos de otrxs
· Tejer: escogiendo con quiénes (más
de esto en la siguiente pieza del blog)
A
inicios de marzo en mi casa les dije a unas amigas que añoro tener más espacios
de encuentro, para sanar y construir. Así que estoy lista para abrir un círculo
de mujeres mensual, o al menos consistente para juntarnos a platicar, a
escuchar, a aprender. Aunque es impresionante ver a siete mil mujeres reunidas,
lo más importante es identificar a mis mujeres, las mujeres de mi vida (y hombres
también) a nivel cotidiano con lxs que puedo seguir construyendo relaciones
recíprocas, transparentes, e irnos acompañando en los procesos. Es abrir el
corazón y los espacios para encontrarnos y realmente vernos.
("No necesitamos permiso para ser libres" (foto del Encuentro de Mujeres que Luchan, Aldana 2018 / "We don't need permission to be free", photo from the Encuentro de Mujeres que Luchan, Aldana 2018)
I wanted to write some things I had in my thoughts
and heart many moons ago, but I think I had to go through this time for letters
to flow better and for closing some processes. For a while, I have been
thinking about how we can build better relationships that blossom, whose fruits
are palpable in the form of changes in our small corners of the world. There
are a few things I have learned in these intense weeks that give me more
clarity (and hope) of parts of the road to travel. Some of these thoughts come
after going to the Encuentro de Mujeresque Luchan (Meeting or Encounter of Women Who
Fight), closing the first module of Mujeres Ixchel’s Certificate on Feminist Theory and Ideas in History, learning some lessons
from the work I do as a consultant and the accompaniment as a doula, as well as
learnings from my relationships, including the relationship with myself. Here
are some of those things (so that you read the next piece where I write more of
this).
In March I attended the Encuentro de Mujeres que
Luchan in Chiapas and I still get goosebumps when I remember entering the community and saw so many women, so diverse and beautiful, representing many places and
territories. It was startling to see around seven thousand women coming
together in response to the Zapatista women’s call. There were conferences,
workshops, arts, sports, food… many opportunities to meet each other and learn,
listening, sharing. The Zapatista women demonstrated they practice their phrase
of wanting a world that fits many worlds, and from a very clearly
anti-capitalist and anti-patriarchal stand. This is part of what I want to keep
living, being a confluent subject (like María Luisa Femenías proposes) and that
my practice is the same size as my discourse. To me, learning just to learn is
gluttony, so I am reflecting on what “a world that fits many worlds” (from an
anti-capitalist and anti-patriarchal positioning means for my daily life and
what actions to take in that line. My multiple identities come in here, as an
individual, but also my collective identities.
One of my friends I went to the women's encounter with told me,
“Majo, the Zapatistas live the utopia! They know how to defend themselves, they
feel safe and they hold each other”. These are the utopias that you live daily,
the Latin-american feminist theologians would say. And I responde that
the utopia is possible, but by renouncing to some of our privileges as
middle-class women, identifying what to let go of so that we all are more equal or
have more, without continuing to aspire to have more “be” more merely as
individuals. That is where the relationship with others come in, choosing who I
want to build and live that utopia daily, and reflecting on what am I doing on
a daily basis to work so that we all have a
just membership in this world (like Seyla Benhabib proposes).
When I went back to San Cristóbal de las Casas from
the women’s encounter, while I was waiting to meet with one of my best friends
to have dinner, I started talking to an old lady in the park. Even though we
didn’t know each other, we talked about very deep things in life, and the
importance of enjoyment. I think that I have to balance that every day, enjoy
life, without forgetting to do things to grow, to accompany others in their own
growths and to build spaces that are a bit more just.
Every time I can, I am trying to practice this:
· Heal: in my insides and my
body
· Break: the silences
· Open: safe spaces
· Accompany: the process of
others
· Weave: and choosing with whom
(more of this on the next piece)
At
the beginning of March, I told some friends in my house that I long to have
more spaces to find and meet each other, to heal and build. So, I’m ready to
open a monthly or recurring circle of women, where we can get together and
talk, listen, learn and see each other. Even though it was amazing to see seven
thousand women together, the most important thing is to identify my women, the
women (and men) of my life who I can continue to build reciprocal relationships
that are transparent, and to continue to accompany each other’s processes. It
is about opening the heart and the spaces to meet and really see each other.
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