(Originally posted in The Korbel Report.
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I
was waiting for the bus the other day, and I met a man who had just got out of
work and was ready to go home. After greeting him with the usual, “Good
afternoon. How’s your day going?” I then asked him where he was from,
because I heard his accent. “I’m from Guatemala”, he said, and from then
on we just started chatting in Spanish.
Rob
– that’s the alias I will use – was born in the same country I was born, but it
was a very different country at that time. He grew up in a rural
community thirty minutes away driving distance from one of the biggest urban
settings in Guatemala, Xela. He only finished elementary school,
so 6th grade in our education system. When he was 17, he migrated to
the United States, and has been here ever since. He works every day, pays
taxes, rides public transportation, and contributes to the economy of
Washington DC and Maryland. He is undocumented. When I asked him if
he knew about any of the networks for immigrants that are available in the DC
area, his face responded me with a blank expression. I told him about
some of the organizations for day laborers, for Central Americans, for undocumented immigrants
and other organizations that might be of some utility. He has been here for a
little over ten years, and he didn't know about any of this. I learned
about the DC organizations that work for immigrants’ rights last week at a
meeting for work, and I have been here for a little under two months.
This
made me really unhappy, frustrated and angry. And it just made me think
and ask questions. How does Rob access health? Does he have access
to preventive health at all? How can he access adult education? How
does he access other kinds of services? What does he do when he gets
sick? Where does he live? What would he do if his boss is being
unfair in terms of working schedules and salary? Don’t get me wrong: Rob
is obviously a resilient, adaptive man, who has worked hard for over a decade.
He has been sending money to his family back in Guatemala, he is bilingual
(maybe even multilingual if he speaks either Mam or Quiche’, the Mayan
languages in the region where he is from) and knows how to move around parts of
the city. He is a survivor. But at the same time, he was telling me
how he hasn't seen his family in all these years, how he can’t leave the
country, how he had to travel through the borders using a coyote,
and how it is so hard to get a visa and a social security number.
How
do we allow for some individuals to be treated as people and others to be
treated as less than people? How come our humanity is still defined by
where we are born, our geographic origins? Why do I have more human
rights protected and guaranteed than Rob does? If we really want to
tackle issues around health, human rights, international politics, and
economics, we really need to revise, reform and revolutionize immigration
policies. In the connected world we live in, with technology that makes
distances and time so malleable, I sometimes think we live more disconnected
from each other than ever. We need to learn about the different efforts
currently taking place working towards fairer
immigration policies, learn about the different social movements that have been fighting for
this around the world, and think what can we do to be part of the conversation,
the movements, and the reforms. Because after all, aren't we all
immigrants?
I
leave you with a quote from President Franklin Roosevelt: “Remember, remember
always, that all of us, and you and I especially, are descended from immigrants
and revolutionists.”
_______
El otro día estaba esperando el bus, y
conocí a un hombre que acababa de terminar de trabajar y estaba listo para irse
a su casa. Después del saludo común "Buenas tardes, ¿cómo va su
día?", le pregunté que de dónde es, pues le escuché un acento.
"Soy de Guatemala", me dijo, y de allí en adelante platicamos
en español.
Rob – ese es el alias que voy a usar –
nació en el mismo país donde yo nací, pero en un país bastante diferente al
mismo tiempo. Creció en una comunidad que queda a media hora de Xela, uno de los centros urbanos más
grandes de Guatemala. Terminó sólo la primaria, hasta 6to grado. Cuando
tenía 17 años, emigró a Estados Unidos, y ha estado aquí hasta ahora.
Trabaja todos los días, paga impuestos, usa el transporte público y
contribuye a la economía de Washington DC y de Maryland. Es
indocumentado. Cuando le pregunté si conocía cualquiera de las redes de
contactos y organizaciones para migrantes en el área de DC, me respondió con
una expresión en blanco. Le conté de algunas de las organizaciones que
trabajan para y con jornaleros, Centroamericanos, migrantes indocumentados y otras
organizaciones que podrían ser de utilidad.
Ha estado aquí por más de diez años y no conocía sobre todas estas
organizaciones. Yo me enteré de las
organizaciones locales en DC que trabajan or los derechos de los migrantes la
semana pasada en una reunión de trabajo, y he estado aquí casi dos meses.
Todo esto hizo sentirme infeliz,
frustrada y enojada. Y me hizo pensar y
preguntarme varias cosas. ¿Será que Rob
tiene acceso a salud? ¿Tendrá acceso a
salud preventiva de algún tipo? ¿Cómo
puede tener acceso a educación para adultos?
¿Cómo puede tener acceso a otros servicios? ¿Qué
hace cuando se enferma? ¿Dónde vive? ¿Qué haría si su jefe está siendo injusto en
cuanto a salario y horarios de trabajo? Y no me malentiendan: Rob es obviamente un
hombre resiliente, adaptante, y ha trabajado duro por más de una década. Le ha estado mandando dinero a su familia en
Guatemala, es bilingüe (o tal vez multilingüe si habla Mam o Quiche’, los
idiomas mayas de la región de donde es), y sabe cómo moverse en diferentes
partes de la ciudad. Es un
sobreviviente. Pero al mismo tiempo, me
estaba contando que no ha visto a su familia en todos estos años, que no puede
irse del país, que tuvo que moverse entre fronteras usando un coyote, y que es muy difícil conseguir una
visa o un número de seguro social.
¿Cómo permitimos que algunos
individuos sean tratados como personas y que otros sean tratados como menos que
personas? ¿Cómo puede ser que nuestra
humanidad aún se defina por dónde nacimos, nuestros orígenes geográficos? ¿Por qué yo tengo más derechos humanos protegidos
y garantizados que Rob? Si realmente queremos hacer frente a los problemas de
salud, derechos humanos, políticas internacionales, economía, tenemos que
revisar, reformar y revolucionar las políticas de migración. En el mundo conectado en el que vivimos,
donde la tecnología hace del tiempo y el espacio cosas maleables, algunas veces
pienso que vivimos más desconectados el uno del otro que nunca antes. Necesitamos aprender sobre los esfuerzos que
están dándose en la actualidad hacia políticas de migración más justas, aprender sobre los diferentes movimientos sociales que están luchando por esto en
todo el mundo, y pensar sobre qué podemos hacer para ser parte de esta
conversación, de estos movimientos, de las reformas. Porque después de todo, ¿no somos todos
migrantes?
Las y los dejo con una cita del presidente
Franklin Roosevelt, “Recuerda, recuerda siempre, que todos nosotros, especialmente
tú y yo, descendemos de inmigrantes y revolucionarios”.